Se dice que…

La principal disputa entre los grupos del PRI no es por posiciones administrativas en el siguiente gobierno, sino por los cargos de elección popular. Las más codiciadas son las plurinominales; después, las candidaturas a elección directa. Los figurines mueren por las senadurías; los diputados federales quieren brincar a una alcaldía o una diputación local; los […]

La principal disputa entre los grupos del PRI no es por posiciones administrativas en el siguiente gobierno, sino por los cargos de elección popular. Las más codiciadas son las plurinominales; después, las candidaturas a elección directa. Los figurines mueren por las senadurías; los diputados federales quieren brincar a una alcaldía o una diputación local; los diputados locales quieren ahora ser federales, y los alcaldes en ejercicio, pasar a una diputación local o federal. Los mismos de siempre pretendiendo la puerta giratoria. La nomenklatura no suelta y pelea con dientes para preservar el statu quo en la convicción de que Alfredo del Mazo se las debe.

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Las cosas no son muy distintas en las otras muchas expresiones políticas, llámense PAN, PRD, Movimiento Ciudadano, Panal, PES, PT y hasta en Morena. Es la misma fregadera en todos los partidos políticos, copados por grupos enquistados que hacen del acceso al poder su modus vivendi. Más que un proyecto de Estado, un programa o un simple plan de desarrollo municipal, lo que hay es una ambición desmedida y un obsceno afán por repartirse los cargos como si de un pastel o un botín se tratara. Nada ha cambiado.

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Si son los mismos partidos, con los mismos intereses y las mismas personas, con las mismas autoridades para organizar y calificar las elecciones, los mismos medios de comunicación y los mismos ciudadanos en posibilidad de votar –entre ellos los que venden su voto–, ¿qué hace pensar que las elecciones de 2018 podrán tener un resultado diferente a las de este año? ¿Acaso es posible obtener resultados disímiles siguiendo las mismas materias y los mismos procedimientos?

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Alfredo del Mazo empezará su administración cuesta arriba. Cargó consigo un cúmulo de promesas de campaña que se ve harto complicado que pueda cumplir: la Tarjeta Rosa para amas de casa y la reducción inmediata de los índices de criminalidad y violencia, por citar sólo dos de las más relevantes. Podrá tener toda la voluntad para cumplir, pero ése no es el problema, sino de dónde sacará el dinero que se requiere. Alfredo dependerá absolutamente de la mano presidencial. Sólo su primo el presidente Enrique Peña podrá abrirle la llave para que no falle en lo que prometió.