Se dice que… 

En el Estado de México, el Partido Acción Nacional se encamina a las elecciones de 2018 en las peores condiciones que se recuerden, al menos en los últimos 20 años. La más reciente ocasión en que se presentó ante los ciudadanos en las urnas –junio pasado– apenas si pudo reunir 682 mil votos. El PAN […]

En el Estado de México, el Partido Acción Nacional se encamina a las elecciones de 2018 en las peores condiciones que se recuerden, al menos en los últimos 20 años. La más reciente ocasión en que se presentó ante los ciudadanos en las urnas –junio pasado– apenas si pudo reunir 682 mil votos. El PAN está desanimado, desorganizado y sin rumbo claro. Parecen perros y gatos peleando por lo que queda. Dos de sus figuras, Édgar Olvera y Enrique Vargas, no pueden verse ni en pintura, lo cual ejemplifica muy bien lo que sucede. El PAN es un desastre.

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La alta burocracia del gobierno del Estado de México ha recibido su bono de fin de sexenio. De directores de área para arriba, fueron llamando uno a uno para despedirse de mano de Eruviel, quien agradeciéndoles personalmente les entregó la gratificación. Las cantidades fueron diferentes –según el sapo es la pedrada–, pero les fue muy bien a todos. Para el personal de base, apenas si alcanzó para una copia facsimilar con unas palabras. La mayoría quedó descontenta.

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El cambio en la dirigencia del sindicato de trabajadores administrativos de la UAEM camina sin mayores sobresaltos. A pesar de que el contexto externo es volátil, el proceso se ha desarrollado con civilidad asombrosa. Por supuesto que hay diferendo –como debe ser la característica principal de cualquier disputa–, pero nadie ha roto la ley ni la armonía. Como en cualquier competencia, seguramente habrá partes que no quedarán contentas, pero parece que no existirá mayor problema para celebrar el próximo 14 de septiembre las votaciones y se acate el fallo de la mayoría, quien quiera que sea el ganador. El rector Alfredo Barrera sacará limpio –parece– su primer reto político.

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Dos noticias para Ana Lilia Herrera, una buena y una mala. La buena es que ocupará un lugar que, de la clase política mexiquense, nunca nadie había alcanzado: la presidencia de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República. Parece justa recompensa por su disciplina, luego de perder la candidatura del PRI a la gubernatura del Estado de México. Ana se consolida como la más empoderada priista del Estado de México. La mala: queda fuera de posibilidades el que formara parte del primer gabinete de Alfredo del Mazo. Ana Lilia debe estar contenta, salió ganando.

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Las posibilidades de que al término de su gestión el secretario de Salud, César Gómez Monge, sea sujeto de investigación por supuestos actos de corrupción y negligencia administrativa –que derivaron en un quebranto a las finanzas de la institución por más de mil millones de pesos– han aumentado, especialmente por la animadversión personal y política que se le tiene en cierto sector de uno de los grupos que se empoderará en septiembre. Con prudencia, César, uno de los hombres más cercanos a Eruviel, debería de interpretar con mayor inteligencia todas las señales en su contra y buscar un buen abogado. Va a necesitarlo.