Seguiremos migrando

Al inicio de esta semana se dio a conocer el Anuario de Migración y Remesas México 2017. Es una publicación auspiciada por instituciones púbicas y privadas que desde hace varios años compendia y organiza la información existente en materia de movilidad de la población. La información estadística sobre la migración que se concentra en este […]

Al inicio de esta semana se dio a conocer el Anuario de Migración y Remesas México 2017. Es una publicación auspiciada por instituciones púbicas y privadas que desde hace varios años compendia y organiza la información existente en materia de movilidad de la población. La información estadística sobre la migración que se concentra en este documento es digna de comentarse, pues muestra escenarios bastante plásticos en el mediano y largo plazo. Muchas cosas se están moviendo de esta realidad y, para muestra, sólo algunos de los datos que se consignan en dicho documento.

Los cinco países de todo el mundo de donde más gente migra al extranjero son: India, México, Rusia, China y Bangladesh.

Estados Unidos sigue siendo el principal destino de los migrantes mexicanos: son ya casi 12 millones de nacidos en México que viven en territorio norteamericano; y, si se le suman sus hijos y nietos (nacidos allá), la cifra se estima en 35 millones de personas.

En promedio, las autoridades de los Estados Unidos repatrían a unos 500 mexicanos cada día.

El pago promedio que los migrantes realizan a un “coyote” para que les cruce la frontera con los Estados Unidos es de 61 mil pesos.

Entre 2009 y 2014 emigraron más de 700  mil mexicanos a otros países, sobre todo a Canadá, España, Alemania, Francia y algunas otras naciones de América Latina.

El año pasado las remesas que los migrantes enviaron a nuestro país alcanzó la mayor cifra en la historia, con 26 mil 970 millones de dólares. El Estado de México se ubica en el cuarto lugar nacional en cantidad de dinero recibido por esa vía.

El sector económico en el que emplean a los mexicanos ya no es tanto el primario (como en el inicio de la migración, con el programa “bracero”), sólo 6% de los migrantes trabajan en él; 31% se desempeña en el sector secundario, sobre todo en la industria de la construcción; y un mayoritario 62% se desempeña en el sector servicios, básicamente en salud, educación, hostelería y esparcimiento.

Aunque hubo un tiempo en el que desde el gobierno federal se “presumió” que la migración de mexicanos hacia los Estados Unidos se había detenido, lo cierto es que, según este Anuario, no es así. Y, además, ha disminuido en los últimos años de manera muy importante el número de personas que retornan a México después de haber sido migrantes.

Con la reciente depreciación del peso frente al dólar, los salarios en los Estados Unidos siguen siendo demasiado atractivos, pues el Anuario en comento reporta que  50% de los mexicanos que trabajan allá tuvieron un salario anual promedio de entre 10 mil y 30 mil dólares (lo cual representaría un ingreso mínimo), que si convertimos a pesos mexicanos es entre 170 mil y 530 mil pesos (equivalente a 18 años de trabajo en México percibiendo el salario mínimo). Y eso sin contar que otro 24% de los trabajadores mexicanos laborando allá alcanza a percibir unos 40 mil dólares anualmente.

El Anuario también confirma la casi paridad de género en cuanto a migración: ya prácticamente es similar el número de mujeres que migran con respecto a los varones. Lo que sigue siendo una tendencia es la “baja” escolaridad de la mayoría de los migrantes mexicanos hacia Estados Unidos: 80 por ciento tiene cuando mucho el equivalente al bachillerato.

Según las cifras de este Anuario, los dólares que los migrantes envían a sus familias acá supera al dinero que se genera en este país por sus principales actividades productivas: el turismo, la industria petrolea e incluso el año pasado fue superior a la inversión extranjera. La mayor parte de ese dinero se ocupó para alimentación, compra de ropa, pago de deudas o adquisición de un vehículo. Así que de no ser por esas remesas el país estaría (toda vía más) muriéndose de hambre. Por estas razones es que no hay un cambio en el horizonte inmediato: seguiremos migrando.