Arturo Meza es un poeta universal, así se declaró en el concierto que dio este domingo en el Teatro del Seguro Social; en marzo del año pasado, aproximadamente, cuando se presentó en Metepec anunció que aquél sería su último concierto; esta vez también lo hizo, se dijo cansado y culpó a la edad, pero dijo que seguiría escribiendo y que estaban los discos para quien quisiera escucharlo.
En sus conciertos, la presencia escénica de Meza siempre ha sido la protagonista, la atmósfera que se construye entre sus letras y la nostalgia –entre las soledades y un misticismo imaginario construido– provoca la respuesta de los espectadores que con la fidelidad que otorga el underground, lo siguen; a los conciertos de Meza van personas solas porque el proceso de comunicación es interno, casi íntimo.
La tocada comenzó en solitario, como muchas veces, Meza y su canto; aunque se extrañó su guitarra acústica; el cantautor michoacano explicó que cargar con todo su equipo sin asistente, con la edad, es cada vez más difícil.
“Polito” dió el preámbulo a “que no los engañen”, dice “yo quisiera que el presidente respetara al EZLN”, entonces rechaza los liderazgos, “suma de comunidades”, dice y desea que se avance en la organización, si no seguirán “los mismos pero con otras caretas” y añade “mientras, que valga nuestro canto…”
El palomazo del violín acompaña la historia de un niño enfermo; luego entrarán los chaneques; “mi canto es de amor”, dice, aunque a veces haya hecho cosas muy grotescas como lenguas viperinas, dice. La intensidad del concierto se modifica con el bajo y la batería de Los Chaneques, quienes acompañan a Meza en esta ocasión.
Cronista del país, poeta universal, las canciones fluyen frente a un auditorio lleno a la mitad que entró molesto porque en preventa les hicieron el cobro de un cargo por servicio, aún cuando fueron a comprar a la taquilla, y el día del concierto una promoción eximía este cargo; esta práctica común de las empresas de venta de boletos que elevan el costo de las entradas.
Meza dice: “estamos los que tenemos que estar” y entona las canciones que provocan en el público el grito espontáneo, el llanto, el alzar el puño; la atmósfera que logra Meza en sus conciertos persiste, modificada es cierto, pero está, así lo atestiguan los coros, las voces, los saludos entre amigos y la espera hasta el próximo concierto que, se desea, tampoco sea el último.