Un barco, para no hundirse, necesita una buena tripulación. En el inmenso y competido mar que es la Liga MX, hay un navío temido por todos: el Toluca FC. Hace apenas unos meses rompió con la hegemonía águila y hoy infunde respeto tanto a las flotillas pequeñas del fondo de la tabla, como a los enormes barcos que lo miran como igual. Esta vez, recibió a unos piratas sin rumbo, al Mazatlán.
La lluvia no podía faltar en la tarde-noche sabatina. El frío, ya propio del otoño, se mezclaba con el gris del cielo y contrastaba con el rojo encendido de la afición, que arropaba con calor e intensidad a su equipo en buen momento.
Como dicta la costumbre, una hora antes del silbatazo inicial, las redes ya hervían con el debate sobre el famoso “once” del recién renovado Turco Mohamed. Los ajustes eran inevitables: el estratega argentino debía dosificar esfuerzos tras el duelo a media semana contra Rayados y con la mente puesta en el viaje del miércoles a Los Ángeles para disputar la Campeones Cup.
Empezó el partido
Mazatlán llegaba como un rival endeble, aunque con la motivación de haber sorprendido en la jornada anterior al rescatar un empate frente a León. Un premio más cercano al honor que a la verdadera competencia deportiva.
El guion estaba escrito: un Toluca con cuadro alternativo pero igualmente dominante frente a un Mazatlán limitado que hacía su lucha. Al 25’, se cumplió la expectativa: un disparo de fuera del área de Héctor Herrera abrió el marcador para los Diablos.
El propio Herrera sería protagonista de nuevo. Cerca del descanso, tras un pase largo de Alexis Vega, una entrada imprudente lo dejó tendido y fuera del partido. La incógnita era inmediata: ¿cómo cubriría Mohamed ese hueco en un once alterno y con el calendario apretando?
El hombre de menos nunca pesó. Con un cuadro trabajado al detalle por el Turco Mohamed y ante un rival tan inferior como Mazatlán, los nervios de la afición pronto se disiparon. Toluca sabía a lo que jugaba. Apenas iniciada la segunda parte, en la bendita pelota parada, el Vikingo Bruno Méndez apareció en el área para firmar el segundo gol de la noche.
Mazatlán intentaba, pero lo suyo era un fútbol desabrido, sin alma, como si hubieran olvidado cómo atacar. No generaban peligro real y el reloj corría en su contra. El Turco mandó a la cancha a sus hombres de peso: Marcel Ruiz y Paulinho. El portugués, incisivo como siempre, encaró al área y fue derribado por el arquero rival. Penalti para Toluca que el propio “26” transformó con calma para sumar su séptimo gol del torneo y poner el 3-0 parcial.
El descuento mazatleco llegó de la única forma posible: un tiro libre desviado por Franco Romero que dejó sin reacción a Hugo González. Un gol sin chiste, más error defensivo que mérito de Benedetti.
El marcador finalizó 3-1. Fue el quinto triunfo consecutivo de los Diablos, que duermen como líderes provisionales. Una semana redonda —de sábado a sábado— que dejó renovados a Mohamed, Vega, Canelo y Marcel, y que perfila a Toluca como el gran favorito al título.
¿Qué sigue? El Diablo toma el pasaporte y cruza la frontera. Tiene una deuda pendiente con la gloria internacional y buscará saldarla en Los Ángeles, frente al Galaxy, en una Campeones Cup que, aunque no pesa tanto en lo deportivo, representa una oportunidad de redención. No solo para Toluca, sino para toda una liga que viene de decepcionar en la última Leagues Cup.
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