La presidencia de los Estados Unidos presentó un plan con el cual se pretenden endurecer las medidas migratorias impuestas por el presidente Donald Trump, en las que todo aquel que permanezca ilegalmente en el país vecino del norte puede ser deportado.
Dentro de las medidas que tomará el gobierno norteamericano se encuentran la contratación de 15 mil nuevos agentes fronterizos y el aceleramiento de la expulsión masiva de alrededor de 11 millones de inmigrantes.
En el decreto firmado por Trump el pasado 26 de enero se menciona que no solo se perseguirá a los migrantes que han cometido delitos graves, sino también a todo el que haya “abusado” de beneficios gubernamentales o aquel que “a juicio de un agente de inmigración, puedan suponer un riesgo para la seguridad pública y nacional”.
Este cambio en la política migratoria estadounidense representa un cambio drástico en comparación con la anterior administración que buscaba repatriar a los migrantes ilegales que habían cometido delitos graves, sin intervenir sobre los demás.