La semana pasada se presentó a los medios de comunicación un documento titulado “Informe de la Comisión Independiente de Investigación sobre la pandemia de COVID-19 en México”. Es un documento de 402 páginas y que se ofreció bajo la idea de “aprender para no repetir”. Vale la pena comentarlo por muchas razones. Voy a esbozar algunas ideas que resultaron de mi primera lectura general del texto. Seguramente una lectura más pausada podría generar otras.
Primero. El documento es extenso; tiene once capítulos. Saltan a la vista numerosas erratas que reflejan prisas por hacerlo público. Ello está relacionado con los tiempos en que se elaboró esto. Fue apenas el 18 de febrero del presente año cuando se anunció la creación de la Comisión que redactó el informe.
Es decir, que en diez semanas se habría realizado la investigación y redactado el informe. Sin duda es un tiempo “record”, sobre todo considerando que su metodología declarada se basó en “enfoque de métodos mixtos, incluyendo la recolección y análisis de datos cuantitativos, entrevistas semiestructuradas, discusiones de grupos focales, la reconstrucción de sucesos vía el análisis documental y la revisión sistemática de informes y artículos académicos”. Trabajaron día y noche.
También sorprende la rapidez si se asume que –según se declara en el documento- el informe se dio “gracias al trabajo, tiempo y recursos de investigación aportados por los integrantes de la Comisión Independiente y de su equipo de investigación”. O sea, no hubo un financiamiento específico para los gastos propios de una investigación (personal, equipo, software, viáticos, papelería, etc.). Todos trabajaron gratis (la comisión, además, tiene un sitio web en donde está alojado el informe y algunas otras cosas) ¿Por qué hacerlo con tal celeridad? No tengo la menor duda que para tratar de incidir en el proceso electoral.
Segundo. El principal argumento de todo el documento se puede señalar, en palabras llanas, así: a México le fue muy mal, porque su gobierno es muy malo e hizo las cosas mal. Claro que lo colocan con otros términos: “La gestión de la pandemia cobró la forma propia del gobierno de México, a saber: centralizadora, personalista, minimizadora, cerrada a la deliberación, proclive a tomar medidas sobre la marcha y caracterizada por un notorio desdén hacia la ley, los funcionarios profesionales, las voces disidentes y el conocimiento científico. Estos no son rasgos instaurados durante la pandemia; han sido características persistentes del gobierno actual.”
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Tercero. Aunque es un informe sobre la Pandemia de Covid-19, no versa sobre virología o salud, en términos clínicos. Es un trabajo sobre políticas públicas. Todos y cada uno de los capítulos hablan sobre las decisiones gubernamentales frente a la crisis. Se trata de un documento crítico, sí. Todo trabajo científico debe serlo, pues plantearse un problema de investigación implica cuestionar.
La crítica, en este caso, tiene como inspiración base que el gobierno de México fracasó en su respuesta a la pandemia. Esa es la hipótesis de la que se desprenden todos los argumentos. El conjunto de datos desplegados (estadísticos, sobre todo, pero también apreciaciones personales de muy diverso tipo) se encaminan a sostener una causalidad triple para dicho fracaso: “la permanente subestimación de la gravedad del virus, la centralización y personalización de las decisiones, y la política de austeridad”.
Los responsables a los que apuntan estas críticas son básicamente el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, y el subsecretario de salud, Hugo López-Gatell. No hay un señalamiento claro, expreso, personal. No hay, pues, una acusación formal contra ellos, pero sí muy distintas maneras de asegurar que, si ellos no hubieran estado al frente del manejo de la crisis, no se hubieran presentado tantas muertes.
Cuarto. El documento ofrece suficiente evidencia para decir que la pandemia de Covid-19 llegó a un país con un sistema de salud muy precario, con una población con graves problemas en materia de enfermedades crónico-degenerativas y con una desigualdad social y económica que pueden ser tomados como factores determinantes. Sin embargo, las conclusiones a las que se llega es que, a pesar de esos problemas, las decisiones políticas fueron las peores y solo a ello se puede atribuir el exceso de mortalidad. Se trató, pues, de un problema de “mala gobernanza”. Como el presidente no hizo caso a “los expertos” en políticas públicas, como no consultó a nadie, pues él es el responsable. Ese es el argumento y los datos son dispuestos para sostener que murieron cientos de miles a consecuencia de decisiones políticas. El subtítulo del documento (“aprender para no repetir”) debe, entonces, en términos políticos: no volvamos a elegir a un presidente así.
Quinto. Es notable que en cada capítulo, casi en cada página, se sugiere que lo que hizo falta fue dinero: dinero para más pruebas, para más medicinas, para más médicos, para apoyar fiscalmente a la población, para campañas de difusión, etc. La austeridad declarada por el gobierno federal desde el inicio del sexenio (y antes de la pandemia, claro está) y la lucha para acabar con los millonarios negocios que se hacen en ese sector, también son sugeridas como agravantes.
Se habla, por ejemplo, de “una inexplicable aversión y descoordinación con el sector privado”. No debe olvidarse que desde el principio de la crisis, hubo muchas presiones para que el gobierno solicitara deuda, para que condonara impuestos, para que entregara dinero a las empresas y así –se afirmaba- se pudiera sostener la economía y “salvar” empleos. El gobierno no cedió y parece que es algo que nunca se le va a perdonar. Desde entonces se le criticó que no detuviera sus proyectos de infraestructura y re-encausara el dinero para la pandemia. Se decía, por parte de los partidos de oposición, que no eran necesarios una refinería, aeropuertos, trenes y demás proyectos, que debía pararse todo y atender la pandemia. El Presidente siguió adelante con sus proyectos y la crítica del documento que estamos comentando es en ese sentido.
Sexto. Es un documento político por donde quiera que se le vea. Urgía presentarlo en estos momentos (en los que se debaten dos proyectos políticos para renovar tanto el poder ejecutivo federal como el lesgislativo y miles de posiciones en todo el país: gubernaturas, ayuntamientos, congresos locales, etc.) y tratar de entregar a la oposición argumentos para su campaña política. Varios de los integrantes de la “Comisión Independiente” que lo signa fueron funcionarios públicos en gobiernos pasados. También están investigadores que abiertamente han llamado a votar por el PRI, el PAN y el PRD y en contra de Morena, además de que los integrantes del grupo de investigadores que apoyaron en la redacción del documento han expresado innumerables críticas al gobierno en turno y su forma de conducir el gobierno.