¿Y el Consejo Estatal de la Agenda 2030?

A finales del año 2017 comentamos en este mismo espacio que el Gobierno del Estado de México había instalado su Consejo Estatal de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Explicábamos en ese momento que –según el decreto que le da vida– se trata de un órgano colegiado permanente que tiene como finalidad coordinar las […]

A finales del año 2017 comentamos en este mismo espacio que el Gobierno del Estado de México había instalado su Consejo Estatal de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Explicábamos en ese momento que –según el decreto que le da vida– se trata de un órgano colegiado permanente que tiene como finalidad coordinar las acciones necesarias para la formulación, ejecución, evaluación, control y seguimiento de estrategias y programas que propicien la consecución de los objetivos y metas de la Agenda 2030, informando sobre los progresos conseguidos en el cumplimiento de los mismos.

 

Es obligación de este Consejo Estatal sesionar de manera ordinaria una vez al año; y no sólo eso, sino que debe coordinarse con el Consejo Nacional, los gobierno municipales y otras entidades públicas y privadas interesadas en estos propósitos del desarrollo sostenible. También tiene la obligación de informar sobre los avances que se consigan y nos acerquen a los objetivos de la Agenda 2030. A mediados del año pasado se emitió un escueto boletín dando cuenta de que Eriko Flores Pérez, secretario técnico del Gabinete, presentaría los avances de la agenda por parte del Estado de México ante la ONU.

 

Pero, me pregunto, ¿sesionó en el año 2018 dicho Consejo? ¿Alguien tiene información sobre algún estudio, informe, evaluación o pronunciamiento respecto de acciones, eventos, fenómenos o factores que estén poniendo en riesgo (o favoreciendo) la consecución de los objetivos y metas de la Agenda 2030? Lo pregunto porque yo no he sabido de nada a este respecto y esta semana en la UNESCO se dio a conocer un informe muy grave respecto a la casi imposibilidad de que se alcancen dichos objetivos, “en al menos en 80% de los casos analizados”.

 

Recordemos que la Agenda 2030 es una acuerdo adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), según el cual los jefes de Estado firmantes se comprometen a impulsar al interior de sus respectivos países políticas públicas abiertamente enfocadas en favor de las personas, el planeta y la prosperidad. México lo firmó. Esta agenda se compone de 17 objetivos y 169 metas de carácter universal que abarcan las tres dimensiones del desarrollo sostenible: social, económica y ambiental.

 

Bueno, pues el análisis que se presentó esta semana en la UNESCO es el preludio de un informe de casi 1,500 páginas, resultado del trabajo de expertos ambientales de 50 países del mundo, aglutinados en torno de la Plataforma Intergubernamental en Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES) y su sentencia es muy clara: el ambiente se encuentra en el peor momento de la historia de la humanidad; un millón de especies animales y vegetales se encuentran en riesgo de extinción, muchas en las próximas décadas, a menos que haya un cambio radical en los métodos de producción y consumo.

 

La radiografía del planeta que representa este estudio de decenas de especialistas alrededor del mundo habla de que el deterioro ambiental ha alcanzado niveles inéditos en la historia de la vida sobre la Tierra tal y como la conocemos, acercándose peligrosamente a un punto de inflexión. Y recomienda, de manera urgente, emprender medidas como las siguientes: contener el alza la temperatura global por debajo de los dos grados centígrados, establecer cuotas efectivas de pesca y áreas marinas protegidas, promover prácticas que reduzcan la erosión del suelo y una agricultura sostenible, aprovechar el conocimiento medioambiental de las comunidades indígenas y modificar políticas de subvención nefastas para la biodiversidad.

 

Con mucha frecuencia nos sentimos distantes de estos temas, quizá por su magnitud (¿quién va a perder el sueño por un problema mundial?), porque la inmediatez de los problemas propios, cotidianos, individuales nos absorbe toda la atención. Con trabajos y nos interesamos en problemas locales, estatales o nacionales, pero este es un problema global, de la tierra, de este planeta que tiene formas climáticas y atmosféricas, que nos ofrece comida y energía, pero que hemos alterado a tal grado que se viene un impacto directo en la vida humana y el desarrollo económico en el mundo, en la vida de cada uno de nosotros. Hay que alzar un poco la mira, ensanchar el horizonte y darse cuenta que estamos en el umbral de una crisis planetaria. A ver si con advertencias como estas no tomamos en serio eso de hasta tener un Consejo Estatal de la Agenda 2030.