Nos encontramos en la antesala del próximo proceso electoral, en el cual se elegirán 3 mil 416 cargos de elección popular, para los cuales existirán las nuevas reglas relativas a los derechos de paridad de género que prevé nuestra Carta Magna, entre otros ordenamientos complementarios en la materia.
El nivel de importancia del próximo proceso electoral es vital, debido a que los partidos políticos, los órganos administrativos y jurisdiccionales, deben capacitarse y prepararse para los cambios que esta normatividad provocará, además de la forma en que se deberán de resolver los conflictos, pues a la fecha todavía existen prejuicios de sexismo y machismo en contra de las mujeres que pretenden llegar a una candidatura en todos los niveles.
Paridad significa que dos cosas se igualan por algún motivo, las dos tienen el mismo valor y sentido; pero dos cosas desiguales pueden dejar de serlo a través de una medida compensatoria. La paridad es un término que ha cobrado relevancia actual y se ha utilizado mucho en el ámbito político, ya que tradicionalmente a la mujer se le ha atribuido un papel de rango inferior con respecto al hombre, esta desigualdad se ha intentado corregir mediante leyes compensatorias, que en este proceso electoral del 2018 cobraran vida. Surge como una medida en el ámbito internacional, que se propagó al nacional para encontrar un equilibrio en la participación igualitaria de hombres y mujeres en la toma de decisiones públicas.
Sin duda los órganos electorales van a tener enfrente una tarea muy difícil, ser garantes del derecho a la paridad de género, pues recordemos que muchos partidos ya han incurrido en una simulación para usar mujeres como “ficha de cambio” para enroques de hombres, por ello no esperemos que los partidos vayan hacer en esta ocasión ejemplares en el respeto a la paridad, sino todo lo contrario, se perfila que será el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación quienes tendrán necesariamente que intervenir como herramienta de regulación y sanción.
La paridad no debe ser “satanizada”, sino todo lo contrario, pues existen estudios que prueban que el avance en su implementación ha generado acciones en favor de la igualdad, ha reducido la violencia a las mujeres, les ha dado una mejor condición de vida a los hombres y a las mujeres, ha ayudado a la eliminación de estereotipos, por ello el beneficio es mayor para todos los miembros de una sociedad.