Discapacidad: boleto que todos tenemos al nacer

Lorenzo y Juan, una labor de enseñanza y aprendizaje para la discapacidad visual.

“Todos al nacer traemos un boleto a la discapacidad, a algunos se nos hace efectivo y a otros no”, dice Lorenzo Medina Almazán en entrevista, luego de concluir la primera sesión del taller inicial de braille y percepción sensorial llevado a cabo en la Biblioteca Centenario de la Revolución en Metepec.

Y así es, tal como lo demuestra el caso de Juan Rodríguez Iturbe, licenciado en relaciones comerciales a quien a los 29 años se le detectó retinosis pigmentaria– enfermedad degenerativa poco frecuente que ocasiona pérdida grave de la visión– y que lleva dos meses, aproximadamente, aprendiendo el uso de la computadora en esta biblioteca. 

Lorenzo es el encargado del área de tiflotecnia –área especializada para el acceso a la información para personas con discapacidad visual y auditiva– en la biblioteca él le enseña a Juan y a más personas como él a usar este equipo inclusivo que sólo existe en este lugar.

A Juan le parece fabuloso, dice que las personas que van a lugares como ese es porque quieren superarse, la computadora parlante le permite saber lo que está escribiendo, algo que no se imaginaba que pudiera hacer. 

Lorenzo es también es el coordinador del Programa de Discapacidad y Cultura de la Secretaría de Cultura del Estado de México, él explica que este taller dirigido a bibliotecarios, profesores, personas que brindan atención y público en general tiene la intención de generar, también, conciencia, que el trabajo de inclusión es un proceso y que es la sociedad quien debe adaptarse a ellos en los espacios públicos porque todos tienen derecho por igual.

Con 8 lecciones que llevo a puedo escribir: con una mano escribo y con la otra uso la computadora.

Juan comenta que usar la computadora es difícil pero la vida no lo es; él camina solo por la calle, trabaja en San Mateo Atenco, con una bocina mete gente a los locales: “los invito a comprar y soy eficiente porque me contratan y lleno las tiendas, con eso me ayudo, trabajando, estoy en cocina y en braille, tengo varias clases”.

Lorenzo es el único capacitado para dar este taller, pero su intención es que quienes toman el taller puedan replicarlo y lograr la inclusión, dice que se logre que una persona con discapacidad tenga más capacidad, se va avanzando; hasta piensa que don Juan puede aprender y él mismo replicar el conocimiento, esa sería otra forma de inclusión.

Juan tiene 65 años pero se siento bien y fuerte, además, quiere apoyar a las personas, apunta los números de teléfonos en braille y habla por teléfono, doce mientras muestra el que usa actualmente pero dice que quiere uno moderno: la verdad me siento bien, quiero estar a la vanguardia con teléfono nuevo, que tienen aditamentos de voz y sale un poco caro pero afirma que se tiene que comprar uno.

Si bien, debido a los costos, los equipos utilizados son limitados, Lorenzo busca que, luego del taller, que se realiza los lunes de 9:00 a 13:00 horas, haya personal capacitado y comprometido que pueda orientar a las personas con discapacidad y hacer uso de la tecnología existente.

Aunque no existe un conteo específico de las personas con discapacidad, Lorenzo considera que, en Toluca, hay de 2 mil 3 mil personas con discapacidad visual, lo que, en ocasiones dificulta el impulso y desarrollo de programas de inclusión debido a que podría considerarse que el costo-beneficio no se justificaría para las autoridades; en el 2010, en México, las personas con algún tipo de discapacidad sumaban cerca de 5 millones, esto es 5.1 por ciento de la población total.

Con 8 lecciones que llevo a puedo escribir: con una mano escribo y con la otra uso la computadora.