Emoción, temor e incertidumbre al abrir las escuelas

Emoción, temor e incertidumbre al abrir las escuelas
Entre los papás hay una rara mezcla de preocupación y alivio

Ahora que el regreso a las aulas está materializándose, también se manifiestan varios temores. Entre los padres de familia y los maestros son mayores que entre los estudiantes. Tras la decisión de las autoridades de poner en marcha el regreso a las aulas en varias entidades del país, incluído el Estado de México, miles de estudiantes de distintos niveles, en escuelas públicas y privadas, volvieron a sus planteles. Como era de esperarse, tras casi 15 meses de acudir a ellas, los ánimos son un arcoíris de emociones. Entre los estudiantes es notoria la alegría por regresar, por convivir con sus pares, por ver otros rostros y estar en otros espacios que no sean las casas de sus papás, de los abuelitos, el negocio familiar o donde han podido “tenerlos” porque no van a la escuela.

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Entre los papás hay una rara mezcla de preocupación y alivio: preocupación por el riesgo de los contagios y alivio por tener un poco de respiro de las responsabilidades de estar a cargo del aprendizaje en casa. No ha sido fácil tener que estar al pendiente de las sesiones, las conexiones, las tareas, etc, sobre todo para quienes tienen varios hijos y en distintos niveles escolares.

Entre las autoridades hay una evidente incertidumbre respecto a cómo acatar la orden de abrir las escuelas, en pleno cierre de ciclo escolar, con deficiente infraestructura, con la presión por parte de profesores y padres de familia para que les garanticen que no habrá contagios en las aulas. A ello se le suma que no hay ninguna claridad del objetivo pedagógico de regresar, más allá de cumplir con una orden superior. No estamos ante una medida soportada por el interés académico de recuperar algunos contenidos, de reforzar aprendizajes o algo que se le parezca. La decisión es básicamente administrativa y los directivos de los planteles están cumpliendo en esa ruta.

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Entre los profesores hay una muy sui géneris combinación de temor a la enfermedad y resistencia a volver al trabajo, tras haber re-organizado su día a día sin la obligación de acudir a trabajar. En esa combinación se suman los rumores sobre los riesgos, las inseguridades sobre cómo organizar las dinámicas áulicas para prevenir los contagios, la poca información sobre a qué se regresa (hablando en términos de planeación del ciclo escolar) y la presión de los directivos para tener que acudir “haya o no alumnos”.

Al tiempo que todo esto aflora, es necesario observar que el comportamiento de los contagios, las hospitalizaciones y decesos a causa de la pandemia es aún incierto. Aunque el Estado de México y muchas otras entidades del país se mantendrán en semáforo epidemiológico verde a partir de este lunes, los datos indican que hay un ligero repunte en la detección de casos y en la demanda de servicios médicos a causa de la covid-19. Ello es hasta cierto punto normal, dado el incremento en la movilidad en muchos sectores económicos y sociales.

Como no había actividades escolares, evidentemente no se habían presentado caso de contagio en las escuelas. Ahora se presentan, pero en niveles que –hasta hora-no deben mover a alarma. Son miles los que han regresado a clases y quizá decenas los casos detectados. Lo mismo ocurrirá con otras actividades abiertas recientemente: no había autorización para espectáculos públicos, ahora la hay y se podrán presentar contagios ahí; no había autorización para que abrieran gimnasios, spas y clubes deportivos, ahora lo hay y seguro habrá casos. En fin, en los espacios en los que ahora se mueva la gente el riesgo es latente, porque la pandemia no se ha acabado, ni aquí ni en el resto del mundo.

En algunas ciudades importantes de Europa y los Estados Unidos han anunciado que ya no será obligatorio el uso de cubre bocas en espacios abiertos, pero al mismo tiempo en otras ciudades de Sudamérica y África la preocupación crece, sobre todo porque la pandemia ahora podría extenderse a aquellos lugares que hasta ahora se habían mantenido con números marginales. Especialmente la OMS ha hecho pública su preocupación de que la variante Delta del coronavirus (detectada primeramente en la India) sea ahora la que se extienda por el mundo.

Es necesario, pues, poner en su justa dimensión los riesgos que se mantienen por esta pandemia: el virus sigue circulando, seguirá presentando mutaciones, seguirá habiendo casos y muchos de ellos requerirán hospitalización; también sigue avanzando la vacunación, la cual –ojo- no evita los contagios, sino la enfermedad grave. Si ahora las escuelas abren (por unas semanas) habrá casos, eso es seguro; lo importante es que los mismos no se conviertan en brotes importantes, sino que demostremos que algo hemos aprendido durante estos meses: qué hacer para evitar los contagios y cómo actuar cuando se presentan síntomas. Nada más, pero tampoco nada menos.