Pasamos a verde… ¿y entonces?

Pasamos a verde... ¿y entonces?
Desde hace un año, cuando se puso en operación el sistema de colores para identificar el riesgo epidemiológico por covid-19 en México, llegar a semáforo verde se veía muy lejano. Y, precisamente, tras un año de operación del dicho semáforo, por primera vez el Estado de México se encontrará, a partir del lunes, en color […]

Desde hace un año, cuando se puso en operación el sistema de colores para identificar el riesgo epidemiológico por covid-19 en México, llegar a semáforo verde se veía muy lejano. Y, precisamente, tras un año de operación del dicho semáforo, por primera vez el Estado de México se encontrará, a partir del lunes, en color verde, los mismo que la Ciudad de México y casi todo el país. 

Lee también: Y llegó la elección…

Vale la pena recordar que la primera etapa de la pandemia tuvo como respuesta de las autoridades para contener los contagios la llamada “Jornada Nacional de Sana Distancia”, que se traducía básicamente en una cuarentena, en la que se ordenaba suspender la mayoría de actividades “no esenciales”. Luego de ello, al finalizar el mes de mayo, se implantó la estrategia del semáforo de riesgo epidemiológico. Al inicio, en junio del 2020, todo el país estaba pintado de color rojo, con excepción de una o dos entidades, donde la curva de contagios era menos pronunciada.

Tanto la Ciudad de México como el Estado de México siempre estuvieron en los colores más intensos, rojo y naranja (riesgo máximo y alto, respectuvamente). Fue apenas hace unas semanas cuando ambas entidades federales lograron pasar a color amarillo (riesgo moderado). Todo ello en la medida que fue evidente una reducción en la demanda de servicios hospitalarios y de insumos (pruebas, medicamentos y oxígeno, por ejemplo) necesarios para los casos de enfermos graves de covid-19. Ser la zona metropolitana más grande del país trae aparejada la dificultad de contener los contagios de manera pronta, así que mexiquenses y capitalinos casi todo el tiempo estuvieron en el top ten de las entidades con más casos y mayor número de defunciones.

Si hacemos un poco de memoria, cuando se puso en operación el semáforo de riesgo epidemiológico, el término empleado para referir la etapa de la pandemia en la que entrábamos fue el de “nueva normalidad”. Se trató de capturar en esa expresión, la idea de que era necesario que todos nos comportáramos acorde a la imperiosa necesidad de reducir los contagios, asumiendo que no podíamos seguir haciendo todo lo que realizábamos antes de marzo del 2020. Sin embargo, fue muy claro que el mensaje no fue eficaz. La cifra de casos (contagios, hospitalizaciones y decesos) confirma que implementar una “nueva normalidad” no se consiguió nunca. 

Te recomendamos: Lo que debes saber sobre el Covid-19 en Toluca y Metepec

Quizá en las zonas mediáticamente más visibles, como las grandes ciudades, fue notorio que centros públicos de reunión permanecieron cerrados, pero en el ámbito de lo privado y en los márgenes de las grandes urbes la vida siguió como antes: reuniones familiares, convivencias, fiestas patronales, bares, cantinas, tianguis, velorios, sepelios, bailes, nunca se detuvieron realmente. Ello era claro sobre todo en las zonas sub-urbanas y rurales. Bastaba salir un poco de la ciudad, llegar a algún municipio lejano de la capital, para darse cuenta que el cubre bocas era un objeto extraño, que la gente seguía reuniéndose, conviviendo y trabajando de manera habitual.

No se nos debe olvidar que en grandes capas de la población campeó durante casi todo el año pasado la convicción de que el nuevo coronavirus no existía, de la que la pandemia era más bien parte de un plan conspiratorio a nivel planetario y que restringir las actividades era “cosa del gobierno” (denotando la distancia entre población y entes gubernamentales). Cientos de miles de muertos después, hacia principios del presente año, igualmente comenzó a ser notorio que los casos comenzaban a bajar. Ya para febrero y marzo disminuyeron las filas en los hospitales, expendios de oxígeno y farmacias. Ahora las filas eran en los aeropuertos para viajar a Estados Unidos y ponerse la vacuna. Se estima que millones de mexicanos lo hicieron. En abril, al empezar a verse con claridad la campaña de vacunación acá en México, el optimismo se incrementó. El mes pasado, al acelerarse la aplicación de vacunas a sectores como el educativo, el de salud, el de seguridad y otros, pareció verse la luz al final del túnel y se esperaba sólo el anuncio de que estamos en semáforo verde, como confirmación oficial de que la pandemia va de salida.

Sin embargo, cabe recordar que color verde significa exclusivamente “riesgo bajo” de contagio. Es decir, el virus sigue circulando, es probable contraerlo, aunque esa probabilidad sea menor. Igualmente, las personas que ya hemos recibido la vacuna podríamos contraer el virus, pero ahora hay muchas menos probabilidades de enfermar gravemente (para ello sirve la vacunación), pero sí podríamos contagiarlo a alguien más. Y si ese alguien no está vacunado, corre el riesgo de enfermar de gravedad por covid-19.

Hoy se saben más cosas sobre el virus y su comportamiento, gracias a los estudios que poco a poco han sido realizados. Ya se tiene la certeza de que el virus se respira, que está en el aire y por esa vía se adquiere, que no se contagia por tocar objetos inertes o que no lo andan esparciendo en la nocturnidad personajes siniestros. El cubrebocas y los espacios abiertos son lo que debe procurarse. Ponerse la vacuna (cualquiera de ellas) contra la covid-19 es un acto de responsabilidad social para cada uno de nosotros. 

Entrar a semáforo verde, significa, en términos de administración de las actividades públicas, permitir espectáculos como conciertos o encuentros deportivos, abrir salones de fiestas, ampliar el horario y aforo en plazas comerciales, restaurantes y otros centros de diversión. Ello es así porque se asume que hay una menor presencia del virus y que cada vez más personas están sin riesgo de enfermar, por haber contraído el virus (sin enfermar) y generar anticuerpos, o por haber recibido la vacuna.

Vamos a ver cómo nos va estando en semáforo verde, porque desde que pasamos de naranja a amarillo muchos “jubilaron” el cubre bocas, se desentendieron del gel antibacterial, del lavado de manos y de la sana distancia. Abrieron salones de fiestas, centros cheleros, antros y estadios. Ahora se anuncia, inclusive que el regreso a clases (voluntario) será a partir del 14 de junio en la entidad mexiquense. Habrá mucha más movilidad, más llenos estarán los espacios públicos y será necesario cuidarse, porque el virus no se ha ido. En varias partes del mundo los rebrotes han sido severos: en Sudamérica, en Asia y Europa tuvieron que volver al confinamiento a fuerza de saturaciones hospitalarias en determinados momentos. Esperemos no sea el caso para nuestro país.