Lo que pasó en Ciudad Juárez -lamentable y reprobable-, donde decenas de migrantes perdieron la vida de la manera más dramática, presas del fuego, es un crimen que pone a prueba el proyecto identificado como la Cuarta Transformación.
Varias son las particularidades que inciden. En primer lugar, el triste caso de la guardería ABC, donde muchos menores, por negligencia, fallecieron también a causa del fuego. Fue una bandera discursiva para argumentar por qué era necesario un cambio.
Adicionalmente, coinciden el secretario de Gobernación y el de Relaciones Exteriores, dos aspirantes a la presidencia, en la corresponsabilidad de atender el fenómeno migratorio, por lo que la oposición se ha dado vuelo solicitando su renuncia.
En tercer lugar, en el caso de la guardería ABC se evidenció la participación del entonces panista Gobierno federal, que se tradujo en impunidad lacerante. Lo menos que se espera es que ese patrón no se repita.
Además, el fenómeno migratorio es un drama de escala internacional, donde la muerte y la violación a derechos humanos rondan permanentemente. Eso no nos es ajeno, ya que una gran parte de mexicanos tenemos familiares en Estados Unidos o algún otro país, que han sufrido en carne propia.
La postura del vecino del norte de cerrar fronteras se suma a la presencia de traficantes de personas que lucran organizando marchas migrantes. Pero también explotando y desapareciendo a aquellos cuyo único pecado es buscar una mejor manera de vivir.
Gran culpa tienen los países que expulsan migrantes, ya sea por condiciones económicas, políticas o de violencia. Pero también aquellos que de manera imperialista han sido factor desestabilizador.
La Cuarta Transformación está a prueba, debe impartir justicia en el caso concreto y también replantear la política migratoria.
Es justo decir que estamos pagando las omisiones y corruptelas del pasado, pero para algo se votó el cambio, es oportunidad de demostrarlo.