La injusticia te cambia para siempre. La historia de Lady Placido y Celia Arroyo

Ellas tienen un injustamente preso y en el camino para lograr su libertad han aprendido que la lucha se hace en compañía

Celia Arroyo y Lady Placido, madre e hija, se convirtieron en luchadoras sociales cuando Daniel Placido Arroyo —hijo y hermano— fue encarcelado de manera injusta. A Daniel lo aprehendieron el 5 de noviembre del 2015, acusado de presunto secuestro. Pero su familia aclara que desde que lo detuvieron el proceso ha estado lleno de irregularidades: lo arrestaron sin una orden de aprehensión y solo bastó el dicho de una persona que lo señaló como culpable para condenarlo a 70 años de prisión.

Desde entonces su familia no ha parado de exigir su liberación. Celia y Lady han tenido una participación destacada en la lucha por la amnistía.

En entrevista ellas narran sus sentires respecto a la lucha que han emprendido por la libertad.  

¿Quiénes son Lady Placido y Celia Arroyo?

Mi nombre es Lady Placido Arroyo, soy hermana de Daniel Placido Arroyo que está injustamente preso, criminalizado por su tono de piel y por como estaba vestido. Esos fueron los motivos de discriminación por los cuales ahora Daniel se encuentra injustamente preso en el Estado de México, en el penal de Almoloya de Juárez.

Por esa situación es que comenzamos en esta lucha.

Yo tenía una vida digámoslo normal, solamente me dedicaba a trabajar: yo cortaba el cabello, eso me dedicaba a hacer. La vida normal que yo llevaba tuve que cambiarla totalmente. La injusticia te cambia para siempre. Ya no puedes volver a ser la misma persona, a veces te vuelves muy desconfiada, ya no crees en las personas. Por lo mismo que uno vive, porque siempre en estas situaciones de injusticia hay engaños y mentiras.

A Celia la injustica le arrebató el amor de sus nietos. Ella explica que la vida familiar de su hijo se destruyó. Ahora la cercanía de abuela y nietos se diluye cada día y con ello la ternura y fortaleza que le daban los niños. Esta situación ha sido de las más dolorosas para ella.   

Lady Placido narra que a lo largo de su vida tuvo que aprender a ser fuerte. A los 19 años le detectaron una enfermedad crónica en el riñón. La noticia también le cambió la vida. Tuvo que dializarse desde muy temprana edad debido a que solo el 15 por ciento de su riñón funcionaba. Su cuerpo cambió y también su piel, pensó que moriría, pero la lucha contra su enfermad continúa al igual que su exigencia por la aplicación de amnistía.

El inicio

La familia de Lady y Celia tuvo que tocar muchas puertas, fue difícil, sobre todo porque no todos los abogados están especializados en la defensoría de derechos humanos; pero fue precisamente en la cárcel donde encontraron esperanza para continuar con su exigencia.

Con mi familia —mi mamá, mi papá, mi otro hermano—, explica Lady Placido, siempre buscamos ayudar a Daniel. Buscamos asociaciones de talla importante que nosotros oíamos que defendían derechos, pero nunca nos abrieron las puertas, siempre nos las cerraron. Entonces, de repente un día en la mesa de un penal, en el día de visita —ya habían sentenciado a mi hermano— una señora que estaba ahí, que era presa política, nos [preguntó] cómo estábamos. Y le dice a mi hermano que a ella la habían sentenciado y mi hermano le respondió que a él también.

En la misma semana habían obtenido sus sentencias condenatorias, la de Daniel por 70 años de prisión y la de ella por 50 años o más. Entonces, ella dijo que un centro de derechos humanos luchaba por ella. Nos dijo que si queríamos conocer ese centro nos invitaba a una de sus marchas. Así mi familia y yo conocimos al Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero y comenzamos a aprender lo que era la lucha social, lo que era gritar libertad por una persona injustamente presa. Cuando yo gritaba, era como si gritara por la libertad de mi hermano, como si esa marcha fuera la de exigencia por la libertad de Daniel. Así comenzó nuestro camino. El Zeferino fue para nosotros una esperanza

En ese momento solo éramos 3 familias, pero la realidad es que éramos muchos más, y se sumaron más hasta que llegaron a ser 8 familias. Entonces, salió del centro que nos uniéramos, que formáramos un colectivo. Al principio solo una plataforma digital que iba a visibilizar los casos de injusticia. Así nace nuestra plataforma Haz Valer mi Libertad.

Apoyo entre mujeres

[Este proceso] me da alegría —señala Lady Placido— porque me encontré con mujeres que luchan como yo, con mujeres que no se quedaron calladas ante la injusticia, que no se conformaron solamente con llevarle la comida a su injustamente preso y que pasaran los años, porque muchos viven así, conformados. Entonces, es para mí un orgullo habernos encontrado a estas personas; habernos encontrado en este camino de dolor, de frustración, de enojo y haber transformado todo eso en lucha, en resistencia, en dignidad.

Es muy fácil que con todo esto que pierdas la esperanza, la fe en la humanidad y sobre todo en las autoridades que debieran dar justicia al inocente, porque esa es la justicia: que el inocente esté libre y que el culpable no quede impune.

Aunque el proceso ha estado lleno de irregularidades, de injusticia y de dolor también ha propiciado el trabajo colectivo de familias y mujeres que han unido su voz en una sola, que les ha arrebato el miedo para exigir sus derechos.

Lo más impactante es que ya no te sientes sola ­—continúa Celia—. Uno puede venir a gritar, pero si vienes sola no te van a hacer caso. ¿El Poder Judicial qué hace? No sale, cierra sus puertas. El Poder Legislativo hace lo mismo. Uno se presenta para solicitar su apoyo y te cierran las puertas. Eso es lo que hacen los poderes, pero [con la compañía de las demás] ya no te da miedo, ya no te da temor, ya no te sientes sola. Ya nos hemos acompañado y el dolor de la otra persona, mi dolor, te hace sentir fuerte. Ya no sentimos que nos van a hacer algo.

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¿Por qué ha sido más visible la participación de las mujeres en la lucha por la amnistía?

Desde la época de los 70 la participación de las mujeres en los movimientos sociales es destacada. Las desapariciones de hijas, hijos, esposos, hermanos, los asesinatos de familiares, la violencia y las injusticas han provocado que las mujeres se vean obligas a exigir la garantía de sus derechos y los de sus familias.

Para Lady la participación de las mujeres siempre ha sido más visible, así es a nivel Latinoamérica, señala. Y continua:

Las luchas las llevamos las mujeres. No desprecio a mis compañeros hombres porque en Haz Valer mi Libertad hay hombres, padres de familia, hermanos que vienen y luchan. Pero sí, la mayoría somos mujeres porque uno de mujer ama y esta lucha es una lucha de amor de madres, hermanas, esposas, porque —no menosprecio a los hombres— pero es muy fácil que ellos olviden, abandonen, ellos dejen todo.

Sin embargo, para Celia Arroyo la visibilidad de las mujeres en las movilizaciones se debe al trabajo colectivo y la división del trabajo. Mientras las mujeres salen a las calles, los hombres —en la mayoría de los casos— trabajan para sostener a la familia:

Esta es una lucha que es en conjunto. Los padres a veces tienen que trabajar porque la cárcel es muy cara, dicen que es el hotel más caro del mundo porque en la cárcel les tenemos que llevar nosotros de comer, también vestido. Es como si estuvieras manteniendo a un niño de 8 años. La cárcel no les da nada, entonces los padres desgraciadamente a veces quieren venir a la lucha, pero [tienen que trabajar].

Esta es una lucha colectiva, por eso nos hemos mantenido, porque es en conjunto, porque unos luchan y otros trabajan para proveer, para sostener un hogar. Eso no demerita que los hombres tengan amor hacia sus hijos, también lo tienen, pero es muy importante tener la economía.

Nosotras somos mujeres aguerridas que vamos a luchar hasta tener a nuestro injustamente preso libre porque sabemos que estamos luchando por gente inocente, gente que era trabajadora, que tenía su hogar.

Finalmente, Lady Placido explica que su compromiso más grande es lucha por la libertad de su Daniel, de alzar la voz por él y por todos los injustamente presos porque cuando las personas aman, también luchan.