El carnaval político mexiquense
Marcelino hablaba sobre la vida política en el Estado de México: “Ha degenerado en un carnaval político donde cada bando, partido o asociación, no es ya reconocible como entidad ideológica, donde nadie parece querer buscar la expresión razonable de las cosas, sino la inflación de los valores, la denostación del contrario y el discurso más pintoresco para dejar todo más revuelto”.
Asegura que hemos superado el punto de la racionalidad y estamos en pleno irracionalismo, mezclando palabras y mentiras, con sospechosos que se tornan filosóficos y candidateables que se presentan ya como candidatos.
“El carnaval político es algo así como un enroque, un cambio de posiciones y posturas donde todos quieren salir en las portadas, vivir la dolce vita, y como ejemplo tenemos lo que sucedió en el Congreso del Estado de México, donde por enésima ocasión el gobernador no acudió a dialogar con sus contrapartes y el posicionamiento de los partidos políticos con presencia en la LIX Legislatura ante el secretario General de Gobierno, fue una nadería”, aseguraba mi amigo.
Y es cierto. Como siempre, los aliados hablaron bien del inquilino de Lerdo, mientras los opositores pusieron el tono crítico… en apariencia. Parecía que no querían arruinar el festín de lo que no es evidente que se dio mediante un acotado sistema mexiquense de televisión.
“Mira Germán, se cumplió con un ritual cada vez menos republicano de la entrega de un informe ante el Congreso, para pasar a la fiesta ruidosa y apantalladora ante los medios y la élite política. En la mira está la contienda electoral en 2017 y Eruviel se muestra a sí mismo como el cordero de nívea piel y los legisladores actuaron más pensando en lo que viene que en su obligación de atender una realidad que infama a millones de mexiquenses”.
El informe en sí no dio más que cifras alegres. El gobernador habló de lo que ha hecho su administración, pero se mostró acotado en el molde televisivo que le fabricaron. La comparecencia de un grupo de funcionarios, a guisa de glosa, dejó mucho que desear.
Marcelino tiene razón. Más de ocho millones de mexiquenses pobres. Una deuda pública superior a los 41 mil millones de pesos, mientras el secretario de Finanzas, Joaquín Castillo Torres, aseguró a los legisladores que era de “apenas” 35 mil millones. No hubo réplicas, salvo las declaraciones a los medios por parte de Juan Zepeda y Carlos Sánchez, coordinadores del PRD y PT, respectivamente, quienes dijeron, simple y llanamente, “no le creemos”.
Marcelino rompe mis pensamientos. “Es pan con lo mismo Germán. Ellos podrán vociferar ante las grabadoras, pero donde deben hacerlo simplemente se quedan callados. Mira que Castillo Torres les dio una capoteada digna de Manolete”.
“Pero qué me dices de lo que pasó con Cesar Nomar Gómez Monge” – le espeto.
Marcelino me mira de fijo y suelta: “A él le faltó madurez. Se vio acorralado y cayó en el garlito. Pero no lo renunciarán, aunque debe servirle de experiencia para no incurrir en tanto yerro al estar frente a los legisladores. Tiene de dónde aprender: ahí está Castillo Torres, o Isidro Pastor al que casi, casi le besan los pies; o Pepe Manzur, quien a pesar de tanta bronca que hay en la entidad aseguró que el Estado de México es un buen lugar para vivir y que lo invitan a echarse una torta al Ojeis”.
“Bueno, pero, dime, ¿qué opinas del combate a la violencia contra las mujeres?”
“Arturo Osornio es todo – me dice Marcelino -, aparte de operador político. Y mira que decir que con 236 mil acciones en beneficio de mujeres que han sido víctimas de violencia se cumple, lo hace ver como todo un magister de las aranas; las cifras parecieron importar poco a los legisladores Germán; el hecho de que en el trimestre abril-junio de 2016, los desempleados bajaron a 399 mil 600 mexiquenses, pero con salarios de miseria; o que 542 mil 903 empleados locales bajaron de nivel salarial o perdieron el empleo; o que ha crecido el número de mexiquenses en pobreza – 1 millón 557 mil 800 habitantes – ; o que los feminicidios y la percepción de inseguridad crecen, te la perfecta idea de que los legisladores lo que no quieren es quedarse fuera de la feria, y no me refiero al Alfeñique, sino a la que les deja muchas canonjías y les posibilita no engrosar las filas de los más jodidos de México”.
Nadie queda en la vetusta taberna. Todos se han alejado por las callejuelas. Solamente Marcelino me acompaña. Quizá no haya mañana, como pasa con muchos mexiquenses, no para los políticos.
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