La Taberna del León Rojo

  – “De qué nos sirve que nos gobiernen hombres guapos si lo resultados que estamos palpando nos muestran que los feos les están ganando la batalla, y no me refiero a feos tipo Rubén Mendoza Ayala, que en la Gloria del Señor se encuentre, sino a los sujetos con rostros patibularios que ponen en […]

 

– “De qué nos sirve que nos gobiernen hombres guapos si lo resultados que estamos palpando nos muestran que los feos les están ganando la batalla, y no me refiero a feos tipo Rubén Mendoza Ayala, que en la Gloria del Señor se encuentre, sino a los sujetos con rostros patibularios que ponen en carteles como los más buscados por una arrogante y nula autoridad judicial”.

Marcelino lo dice con el rencor que produce el estar, como este humilde escribano, en el sector feo del mundo, pero sin vínculo alguno con los criminales que asolan a este cada vez más temeroso Estado de México, debo aclarar.

– “Quizá, mi estimado Marcelino, resulta que en el nada vasto horizonte que deja el salir siempre en las revistas rosas, hace que el que administra nuestros recursos piense, en un marco de referencia ominoso y de mal fario, que los malos son pobres y feos, y que los buenos suelen ser los ricos y bonitos”.

– “Mira, Germán, el actual es un gobierno formado para una dizque democracia diseñada para que los elegidos, contrario a ejercer como estadistas, se limiten a jugar a ser un puñado de puñetas aristócratas y se han olvidado de lo primordial: gobernar”.

– “De acuerdo contigo. No son, desde luego, los que puedan salvar al Estado de México de ellos mismos, de su arrogancia, de su falta de pericia, de su falta de humildad; no son los que vayan a resolver la problemática de la justicia y la injusticia; de los desniveles y la inestabilidad política”.

Un trago del ajenjo más rico y agrio que he probado parece destapar mis sentidos, lo mismo que a Marcelino, quien, contrario a otras reuniones, se muestra centrado.

– “Siento, Germán, que este gobierno no se ha conformado para hacer algo importante, que sus reuniones y acciones de gobierno se circunscriben a lo espectacular, a las obras que están enriqueciendo a los ricos, a los bonitos como ellos, a sus amigos, pero se aprecian lejanos a querer resolver problemas que ni conocen, o que les da miedo atender aunque digan que le entran a los retos y los desafíos. Siento que nos han fumado con aquello de que gobiernan y solamente hacen pasarela y acto de presencia. Como lo que pasó cuando el oso que se mueve vociferando y echando espuma allende las fronteras amenazó con que nos iba a reventar. Lo que hizo el guapo y sus corifeos, fue seguir la inercia, esperar que todos dijeran algo, tomar de éste, de aquel, del de más allá, y hablar. Y mira que si seremos estúpidos que hay quienes aseguran que con lo que dicen que dijo, pero que con seguridad se lo escribió un ente pensante, ya el pueblo empieza a verlo más bonito y a quererlo de nuevo. Falta que este 14 de febrero asista a un estudio de  televisión para reinventarse ante los estupidizantes Andrea Legarreta y el prieto Araiza y, del brazo de su Gaviota sonreír a la gente, guiñarles el ojo y decir aquí no ha pasado nada.”

– “Claro, querido Marcelino. No olvides que en esta Vía Utopía han querido confundirnos, hacernos creer que la política debemos verla como una fiesta de fin de semana donde nos acercan cerveza rancia, pela-papas, botes de basura y manteles de papel, mientras que sus fiesta de democracia – las de ellos -, son una especie de asamblea de guapos que seguirán haciendo su política televisiva”.

– “Lo malo de todo, es que nuestra entidad se mueve entre un gobierno de niños bien y partidos políticos que semejan una escenografía mal parada, en la cual los guapos entienden el poder como un patrimonio familiar, pero se olvidan de la verdadera democracia”.

– “¿Será quizá que esté partiendo el galgo terrible, como escribiera Neruda, para matar niños morenos en aras de seguir dando el oro al gran capital?” – inquiero con una respuesta en la boca.

– “No es que esté partiendo, Germán. Hace mucho que empezó a correr por nuestras tierras y poco a poco engulle a millones de mexiquenses, sin que nadie advierta que, en nombre de la obra, santificado sea Escribá de Balaguer, se hace tanto daño”.

Me apresto a salir de La Taberna del León Rojo. México se encuentra en el quicio de la locura, en la involución a la barbarie y se aleja cada vez más la palabra libre de nuestras vidas. Quizá haya otras caras que deban verse, quizá una mujer. Quizá nadie. Mientras el oso rabioso nos tiene contra la pared y un grupo de guapos millonarios valemadristas.

Mi correo es: agemarquez@yahoo.com.mx