Larga vida al reino de los chips

Larga vida al reino de los chips
Actualmente, Corea y Taiwán producen hasta 80% de los chips que se utilizan en el mundo

En nuestra era reinan los aparatos electrónicos. Son ellos los que modulan, medían o condicionan la vida ordinaria de miles de millones de personas en todo el mundo. Hace exactamente un año publicamos en este mismo espacio una colaboración en la que desarrollé brevemente unas ideas a este respecto. Decía que los aparatos electrónicos son omnipresentes en nuestra sociedad, que todos los días, todo el tiempo, estamos en interacción con ellos y que su existencia fue posible a partir de un revolucionario invento: los transistores que hoy son integrados en circuitos capaces de procesar cantidades inmensas de bits. Por eso se puede decir que estamos la era de los microchips.

Los microchips se han vuelto casi indispensables en los procesos productivos contemporáneos, por eso en aquella colaboración de hace un año tratábamos el tema de la escasez de chips en el mundo. Así es, en agosto del año pasado decíamos que la escasez de chips era resentida por la industria y empezaba a notarse en la fabricación de aparatos tan comunes como los teléfonos celulares, los vehículos o las computadoras. Los volúmenes productivos de estos y muchos otros productos estaban notoriamente afectados. Han pasado los meses y algunas cadenas de suministros se restablecieron, paliando tal escasez.

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Lo que ahora es digno de comentario es el acuerdo que está buscando EUA con sus socios asiáticos, Japón, Corea del Sur y, probablemente, Taiwán para impulsar la industria de los chips y asegurarse el liderazgo en esta rama. Hace apenas unos días el senado norteamericano aprobó un presupuesto de 280 mil millones de dólares para fomentar precisamente la industria de los semiconductores, tanto en su país como en otras partes del mundo, pero siempre velando porque su industria no se quede sin abasto de microchips.

Aproximadamente un 25% de ese presupuesto se entregaría en forma de apoyo a los productores que son aliados estratégicos EUA en Asia. La entrega de ese dinero es para que imaginen, diseñen y produzcan los chips del futuro, los que se ocuparán en todos los aparatos electrónicos que seguiremos empleando de manera cotidiana.

El futuro de los microchips

Lo que claramente busca EUA es convertirse en el líder mundial en esta industria o, por lo menos, darle una buena pelea comercial a China. De hecho, una de las condiciones bajo las cuales entregarán tal cantidad de recursos a las empresas japonesas, coreanas y de Taiwán es que no aumenten sus capacidades de producción en China en la siguiente década. Buscarían ahora forman un bloque en el que EUA financia, Japón provee suministros clave y Corea junto con Taiwán fabrican. Al menos ese es el plan. Las pláticas avanzan y con ello las tensiones con el gobierno chino.

Al resto del mundo nos toca mirar esta disputa por el reino de los microchips, sabedores de que ahí se están definiendo las rutas por las cuales avanzará en el futuro el diseño y creación de las capacidades de estos pequeños artefactos que posibilitan a los aparatos electrónicos hacer todo cuanto hacen. No debe perderse de vista que actualmente Corea y Taiwán producen hasta 80% de los chips que se utilizan en el mundo y, por ello, tanto chinos como norteamericanos están poniendo toda su energía y recursos para hacerse con el control del reino de los chips. Entienden ambos que ahí están concentradas buena parte de las potencialidades del futuro.

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Intel, compañía norteamericana, sigue siendo la líder mundial en la producción de microchips y el mayor porcentaje del su ensamblado final se realiza en Asia: en China, Vietnam y Malasia. En Corea del Sur está Samsung y en Taiwán TSMC, que son las otras dos compañías fuertes capaces de producir microchips de última generación en el mundo. La diferencia está en que Intel y Samsung son compañías que diseñan y producen, en tanto que TSMC sólo produce por encargo. Sus instalaciones son de punta, pero básicamente maquilan.

Sin duda alguna estamos ante un proceso que tiene implicaciones en distintos planos, no sólo tecnológicos y económicos. La disputa puede levantarse mucho más, escalar a otros planos, porque lo que está en juego no son cosas menores. Es el control de un elemento esencial en el estilo de vida contemporáneo, son las alianzas geopolíticas, es la presencia y control en una industria estratégica, de la que dependen muchas otras cadenas productivas e incluso áreas de conocimiento, de desarrollo tecno-científico.

El año pasado, cuando se veían mucho más consecuencias por la carestía de microchips, hubo algunas personas que plantearon la pregunta de si esta industria había llegado a su techo. Estas acciones emprendidas por los EUA parecen un claro indicio de que el reinado del chip se avizora todavía largo. Los países líderes en esa industria están re-agrupándose, re-definiendo sus posiciones de cara a las batallas del futuro.