Miseria agrava situación de refugiados sirios en Turquía

La inacción de la comunidad internacional respecto al creciente número de personas refugiadas sirias que huyen a Turquía ha generado una crisis de proporciones sin precedentes, en la que los refugiados son recibidos con disparos de munición real para impedirles cruzar la frontera, mientras cientos de miles viven en la miseria. Así lo ha manifestado […]

La inacción de la comunidad internacional respecto al creciente número de personas refugiadas sirias que huyen a Turquía ha generado una crisis de proporciones sin precedentes, en la que los refugiados son recibidos con disparos de munición real para impedirles cruzar la frontera, mientras cientos de miles viven en la miseria. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional en un nuevo informe publicado hoy.

Struggling to Survive: Refugees from Syria in Turkey, documenta los graves riesgos en materia de derechos humanos a los que se enfrentan las 1,6 millones de personas que han buscado refugio en el país durante los últimos tres años y medio. También pone de manifiesto la deplorable reticencia de la comunidad internacional a la hora de asumir una responsabilidad económica significativa respecto a la crisis de refugiados.

 “Turquía está luchando claramente para cubrir siquiera las necesidades más básicas de cientos de miles de personas refugiadas sirias. El resultado es que muchas de las que consiguen cruzar la frontera se ven abocadas a una vida de miseria. La ayuda humanitaria ofrecida por la comunidad internacional ha sido lastimosamente lenta, pero Turquía también debe hacer más por pedirla y facilitarla”, ha manifestado Andrew Gardner, investigador de Amnistía Internacional sobre Turquía.

“Aunque Turquía ha abierto oficialmente sus puestos fronterizos a las personas refugiadas sirias, la realidad para muchos de los que intentan escapar del azote de la guerra es muy diferente. Muchos son devueltos a la zona de conflicto, algunos incluso mediante disparos de munición real.”

Turquía ha dado cobijo a la mitad de los 3,2 millones de mujeres, hombres, niñas y niños que han huido de la violencia, la persecución y otras violaciones de derechos humanos en Siria. Hasta el momento, Turquía afirma que ha gastado 4.000 millones de dólares estadounidenses en la crisis de refugiados. Mientras tanto, hasta final de octubre de 2014, los donantes internacionales sólo se habían comprometido a aportar el 28 por ciento de los 497 millones de dólares asignados a Turquía en el llamamiento de financiación regional de la ONU de 2014 para la población siria.

Turquía y los demás países vecinos –Líbano, Jordania, Irak y Egipto– dan cobijo al 97 por ciento de las personas refugiadas sirias.

“Turquía ha asumido a solas una parte considerable de la carga económica. La reticencia de los países ricos a asumir una mayor responsabilidad económica respecto a la crisis de refugiados en su conjunto, y las escasísimas ofertas de reasentamiento, son deplorables”, ha manifestado Andrew Gardner

Disparos en la frontera

Aunque Turquía mantiene una política de fronteras abiertas para las personas refugiadas sirias en los puestos fronterizos oficiales, sólo hay dos puestos totalmente abiertos a lo largo de los 900 kilómetros de frontera. Incluso en esos puestos, las personas que no tienen pasaporte son devueltas sistemáticamente a menos que tengan necesidades médicas o humanitarias urgentes.

Además, la distancia que las personas refugiadas tienen que recorrer hasta los puestos fronterizos es peligrosamente larga. Muchas personas no tienen más opción que recurrir a cruzar por puntos irregulares difíciles y a menudo peligrosos en las zonas de conflicto, dependiendo en muchos casos de contrabandistas. En esos puntos, a menudo son recibidas con la fuerza.

Amnistía Internacional ha registrado los casos de al menos 17 personas muertas por guardias fronterizos que utilizaban munición real en cruces de frontera no oficiales entre diciembre de 2013 y agosto de 2014. Además, muchas personas han sufrido palizas u otros malos tratos y han sido devueltas al territorio sirio azotado por el conflicto.

Ali Özdemir, de 14 años, recibió un disparo en la cabeza la noche del 18 al 19 de mayo de 2014 cuando se aproximaba a la frontera turca. Su padre dijo a Amnistía Internacional que Ali estaba con otros nueve refugiados. A unos 10 metros de la frontera turca, oyeron a personas que hablaban en turco. Ali se asustó. Justo cuando decidió darse la vuelta, recibió un disparo en un lado de la cabeza. No hubo ninguna advertencia verbal, ni tampoco disparos de advertencia al aire. Ali quedó ciego de ambos ojos.

“El disparar a personas que huyen del conflicto y buscan refugio desesperadamente es despreciable. Se trata de una violación clara del derecho internacional, que no debe quedar impune”, ha manifestado Andrew Gardner.

“La obligación más básica de los Estados es abrir sus puertas a las personas refugiadas que huyen de la persecución o la guerra. Las autoridades turcas deben tomar medidas exhaustivas para garantizar la máxima seguridad y el acceso a los refugiados que huyen del conflicto en Siria.”

Dentro de la frontera

De las 1,6 millones de personas refugiadas sirias en Turquía, sólo 220.000 viven en los 22 campos dotados de recursos adecuados, que actualmente operan a plena capacidad. Más de 1,3 millones de refugiados tienen que valerse por sí mismos. Según fuentes gubernamentales turcas, sólo el 15 por ciento de las personas refugiadas sirias fuera de los campos oficiales reciben ayuda de agencias y organizaciones humanitarias.

La necesidad de conseguir cobijo y alimentos básicos obliga a las familias a recurrir a medidas desesperadas para tratar de sobrevivir: incluso poner a los niños y niñas a trabajar.

“Ibrahim”, de 10 años, y su familia huyeron de Alepo hace dos años y se trasladaron a la localidad fronteriza turca de Kilis, donde viven en un búnker de cemento. Para sobrevivir, padre e hijo recogen plástico de los cubos de basura, y obtienen una libra turca (50 centavos) por cada ½ kg de plástico. El joven Ibrahim dijo a Amnistía Internacional que se despierta cada día a las seis de la mañana y termina de trabajar hacia las cuatro de la tarde. Algunos días tiene tiempo de aprender a leer y escribir con el imán local. Ninguno de los otros nueve niños de la familia va a la escuela.

“La realidad a la que se enfrentan la mayoría de las personas refugiadas sirias una vez que escapan del azote de la guerra es sombría y desesperada. La comunidad internacional las ha abandonado. Las naciones más ricas del mundo se muestran reacias a ofrecer ayuda económica y reasentamiento”, ha manifestado Andrew Gardner.

“Turquía no aclaró la situación jurídica y los derechos de las personas refugiadas sirias hasta octubre, cuando el Parlamento adoptó una Directiva de Protección Temporal. Esta directiva debe implementarse plenamente y comunicarse claramente tanto a las personas refugiadas sirias como a los funcionarios públicos.”

(Amnistía Internacional)