Se dice que…

Los católicos conservadores están en todo derecho de defender públicamente en lo que creen, nadie podría pedirles que callen. Si no están de acuerdo con el matrimonio igualitario, pueden gritarlo a los cuatro vientos sin represalia. Es lo elemental en cualquier sociedad moderna y democrática. Lo que sí es cuestionable y linda en los limites […]

Los católicos conservadores están en todo derecho de defender públicamente en lo que creen, nadie podría pedirles que callen. Si no están de acuerdo con el matrimonio igualitario, pueden gritarlo a los cuatro vientos sin represalia. Es lo elemental en cualquier sociedad moderna y democrática. Lo que sí es cuestionable y linda en los limites de la legal, es que un ministro de culto, como el obispo, haga uso de bienes públicos, como el parque Alameda, para celebrar una especie de mitin-homilía para organizar un homófono movimiento contra derechos básicos de personas gay. Este no es asunto de fe, ni de competencia de la Iglesia, sino del Estado, que tiene entre sus obligaciones garantizar derechos iguales a personas iguales y, donde Francisco Chavolla debe saberlo, la preferencia sexual no hacen ninguna diferencia.

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Juan Rodolfo Sánchez es un producto político ciento por ciento del clero. Inició su carrera en el servicio público a partir de la promoción y ayuda del entonces obispo de Toluca y hoy cardenal, Francisco Robles Ortega, quien pidiera personalmente al primer alcalde panista de la capital del Estado de México, Juan Carlos Núñez, que lo hiciera su secretario, y así fue. Más adelante el mismo obispo intercedería ante Enrique Peña para pavimentarle el camino a Juan Rodolfo a la presidencia municipal toluqueña. Juan Rodolfo es un ferviente católico practicante, defensor de la causa cristera. Por eso quien le conoce, no se sorprendió que caminara este fin de semana al lado del obispo Francisco Chavolla para manifestarse en contra de las bodas gay que inexorablemente serán aprobadas por la Legislatura local hoy mismo.

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Panistas como Juan Rodolfo, Juan Carlos Nuñez, Alfonso Bravo Álvarez, Marcos Álvarez Malo, Víctor Guerrero, Martha Guerrero, Orlando Gouyón, de Toluca, y Arturo Tonatiuh, tienen algo en común más allá de su filiación política, son pecadores consuetudinarios, sin ninguna autoridad moral superior al mas liberal de los progres, al más rojo comunista o al peor de los ateos. No tienen argumentos para pontificar, pueden expresar lo que quieran, pero no tratar de decidir por la gente. La conferencia de prensa de ayer fue un numerazo.

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Al secretario de Gobierno le atraparon con los dedos en la puerta. En entrevista radiofónica con Dennis Maerker, la posible sustituta de López-Dóriga, se aventó la puntada de afirmar que durante su gestión de 2 años, no se había registrado ningún linchamiento hasta antes de Teotihuacán, y que no recordaba alguno en el periodo de 4 años de Eruviel. Una de dos, Pepe miente deliberadamente o no sabe lo que pasa en el Estado de México. De acuerdo al CES (de la que es cabeza de sector) en declaraciones a VICE México, el año pasado hubo 12 linchamientos, no todos terminados con muertos ciertamente. Pero si eso fuera poco, en el estudio “Linchamientos en México- Recuento de un periodo largo”, se documentaron 22 casos durante 2014. En el periodo 2010-2014, el Estado de México encabezó la lista nacional con 58 casos, seguido de Puebla con 33, y el Distrito Federal, con 14. Como sea, Pepe quedó como mentiroso o como ignorante. Ni cómo ayudarle.