Un año sin rastros de niñas raptadas

Casi un año ha pasado y aún se desconoce el destino de poco más de 200 niñas estudiantes que fueron secuestradas por Boko Haram en el noreste de Kenia. En la madrugada del 14 al 15 de abril, integrantes de este grupo extremista ingresaron al Instituto de Chibok, al noreste de Nigeria, y secuestraron a […]

Casi un año ha pasado y aún se desconoce el destino de poco más de 200 niñas estudiantes que fueron secuestradas por Boko Haram en el noreste de Kenia.

En la madrugada del 14 al 15 de abril, integrantes de este grupo extremista ingresaron al Instituto de Chibok, al noreste de Nigeria, y secuestraron a 276 jóvenes estudiantes que se preparaban para los exámenes finales; alrededor de 50 de ellas lograron escapar de sus captores días después, del resto se desconoce su paradero.

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El periódico El País, reporta que estimaciones de especialistas calculana que Boko Haram ha secuestrado a unas 2 mil mujeres de todas las edades en los últimos años, pero el caso de las niñas conmocionó al mundo por ser masivo y por la edad de las víctimas.

Las crónicas de los hechos refieren que alrededor de las 23:30 horas, las estudiantes, que se alojaban en los dormitorios del instituto, empezaron a escuchar disparos; los terroristas llegaron al centro -custodiado por un solo vigilante- con violencia las subieron en camiones. Como no tenían suficientes vehículos, muchas tuvieron que caminar durante 15 kilómetros a punta de fusil en dirección hacia el bosque de Sambisa, donde Boko Haram cuenta con campamentos.

Los reportes del diario español, señalan que el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad al Hussein, cree que muchas de ellas podrían haber sido asesinadas en las últimas semanas, tanto en Bama, donde se encontraron decenas de cadáveres arrojados en pozos, como en otras localidades liberadas hace poco del control de los terroristas. “Algunos padres han perdido la esperanza de recuperarlas con vida. Incluso si algunas pueden regresar un día, ya no serán nunca las mismas”, asegura Ahmadu Jirgi, un funcionario local que está en contacto con las familias.

Los relatos de algunas jóvenes que pudieron huir –que consta en un informe elaborado por Human Rights Watch-, las adolescentes sufrieron todo tipo de abusos en su cautiverio: trabajos forzados, violaciones. Muchas de las niñas secuestradas en Chibok eran cristianas y fueron obligadas a convertirse al islam. Pero, tal y como ya advirtió en un vídeo Abubakar Shekau, líder de Boko Haram, el destino de la mayoría era el matrimonio forzoso, tanto en los países próximos, Camerún o Chad, como con los propios terroristas, a quienes incluso eran obligadas a acompañar como cocineras o porteadoras en sus ataques a pueblos.

El gobierno se manifiesta incapaz. Dicen que nadie sabe a ciencia cierta dónde están; primero supusieron que estaban en Gwoza, pero cuando esta ciudad fue tomada por el Ejército no las encontraron; el rumor de que algunas habrían sido asesinadas en Bama ha caído pesadamente en las familias.

Dentro de las especulaciones, el entonces presidente de Nigeria Goodluck Jonathan aseguró a la cadena African Independent Television que las niñas seguían vivas con el único argumento de que “cuando los terroristas matan, muestran los cadáveres para intimidar a la gente. Así que están vivas”.

El anuncio de la posible muerte de las niñas se vincula con los éxitos en la lucha contra los terroristas. Hasta hace un año era un grupo que parecía imparable, en pleno proceso de expansión de su califato islámico. Pueblo a pueblo, ciudad tras ciudad, los terroristas habían logrado consolidar su presencia en una amplia zona de límites difusos en el noreste del país, de la que había logrado expulsar al Ejército nigeriano.

Sin embargo, hoy en día el grupo está en plena retirada tras la intervención en el conflicto de Níger, Chad y Camerún y la recuperación de unas 60 localidades por parte del Ejército nigeriano. Los terroristas queman casas y asesinan a ciudadanos cada vez que son expulsados de un pueblo. Y Shekau ya advirtió de que matarían a las niñas. “Es la única manera de que los combatientes vuelvan a verlas en el Paraíso”, dijo.