La educación frente al crecimiento de la IA

El punto es qué cosas deben enseñarse en la escuela y cuáles los estudiantes pueden resolver con el apoyo de inteligencia artificial

La fascinación por la inteligencia artificial está en pleno auge. Cada día emergen cosas que la gente le pide a sistemas de inteligencia artificial hacer y que sorprenden. Se le ordena crear un himno, hacer una pintura, producir una fotografía de una situación irreal, escribir ensayos y una gran cantidad de cosas cuyos resultados se publican y causan asombro generalizado. Las capacidades de la inteligencia artificial son mucho mayores que esas, pero las que nombramos son las que han generado un interés más amplio en ella, sobre todo por gente común. No deja de causar asombro que una máquina escriba un poema, responda preguntas, busque cosas por nosotros y, en general, ejecute actividades que son de las que hace (o solía hacer) la gente todos los días.

Extensiones tecnológicas para la resolución de problemas

No voy a entrar ahora en los detalles de la inteligencia artificial y en los causes por los que puede seguir avanzando. Lo que quisiera ahora tratar es el tema de la relación que tienen el uso de inteligencia artificial y los modelos curriculares. En otras palabras, qué tipo de actividades pueden dejarse a la inteligencia artificial y cuáles habilidades se deben desarrollar vía las actividades escolares. Pongamos un ejemplo: la educación básica ha incluido desde hace mucho el aprendizaje de aritmética; los niños deben aprender desde sumas y restas hasta operaciones más complejas. Luego, a partir de cierto punto, el uso de calculadoras se permite y se entiende como una herramienta auxiliar. A los adolescentes se les permite ingresar un aparato así para resolver exámenes donde hay que despejar ecuaciones o ejercicios de trigonometría. Es inteligencia artificial básica, pero lo es. 

Ya en el ejercicio de las profesiones, hoy a cualquier ingeniero, contador, médico o geógrafo se le permite el uso de inteligencia artificial para realizar su trabajo. Cálculos, estimaciones, modelos, diseños los hacen distintos tipos de máquinas y con base en ello se trabaja y cobra por los servicios prestados. Hay software para casi todo su uso, ya sea libre o bajo suscripción; nadie ve mal su uso para hacer más eficiente el trabajo. El punto, entonces, es qué cosas deben enseñarse en la escuela y cuáles se debe asumir que los estudiantes pueden resolver con el apoyo de inteligencia artificial.

Este es un tema que ya debe motivar la toma de decisiones en materia de política educativa, porque cada vez será más frecuente que un estudiante entregue como tarea cosas que hizo una máquina o una aplicación. Se ve con mucha más frecuencia que creaciones de inteligencia artificial sean presentadas como trabajos propios. O bien que un trabajo estudiantil se arme a partir de cosas hechas por sistemas de este tipo.

¿Cuáles son las habilidades estrictamente humanas en las que debe enfocarse la labor educativa y cuáles se pueden dejar a la inteligencia artificial?

Decirlo con toda claridad evitará caer en el engaño o la impostura. Si, por ejemplo, le pedimos a un estudiante universitario que escriba un ensayo sobre x tema, se hace porque se estima como valioso que desarrolle sus habilidades de exponer por escrito su comprensión y posicionamiento sobre un tema. Alguien puede pedirle a un sitio de inteligencia artificial que lo haga articulando dos o tres temas y lo puede entregar. El hipotético estudiante fue quien eligió los temas, el sitio para hacerlo y le ordenó que lo escribiera. Lo que de ahí resulte y sea entregado no es propiamente un plagio. No se le puede acusar al estudiante de estar copiando lo que otro autor dijo y publicó, haciéndolo pasar como ideas propias. No es un plagio en el sentido que éste se encuentra definido actualmente, es otra cosa.

Precisamente porque nos vamos a seguir encontrando con más cosas que son algo distinto a lo que significa copiar en un examen, pasarse la tarea, fusilarse un artículo o hacer «copy/paste» se debe discutir y decidir sobre este tema. Se trata de aclarar, por ejemplo, que interesa desarrollar la creatividad y que no interesa tanto de qué herramientas se valga el estudiante para producir. O bien señalar que importa el pensamiento crítico y que si alguien se vale de inteligencia artificial para generar elementos, pues no es algo prohibido. Si lo que nos interesa formar en la escuela son las habilidades comunicativas o de conciencia ética, eso es lo que debe priorizarse y permitir el uso de herramientas de inteligencia artificial.

Te puede interesar: No permanecer, ¿nueva lógica sociocultural?

El modelo académico debe evolucionar

Hay varias habilidades estrictamente humanas que pueden ser el pilar de los modelos educativos y que pueden apoyarse en la inteligencia artificial. Pero hace falta identificarlas, jerarquizarlas, volcarlas a contenidos y desarrollar modelos curriculares con esos fines. El trabajo en equipo, la toma de decisiones complejas, la adaptabilidad, la conciencia histórica, la empatía, la solidaridad y el liderazgo son solo algunas de las habilidades en las que podría centrar la educación su convivencia con la inteligencia artificial. 

Las nuevas generaciones ya no conocen otras maneras de buscar información, de ligar contenidos o de informarse que haciendo uso de aparatos inteligentes. Eso ya es un hecho consumado, entonces, ¿les vamos a seguir ensañando lo mismo en las escuelas? Es una interrogante que necesita respuestas ya.