Feliz aniversario, Juan Rulfo

Entre calles polvorientas e historias a retazos seguimos lo que Juan Rulfo escribió a propósito de Pedro Páramo, de Comala, de la Media Luna y de todos los personajes que constituyen un mundo imprescindible para las letras mexicanas y latinoamericanas; uno va a Comala con Juan Preciado para ver cómo le exige a su padre […]

Entre calles polvorientas e historias a retazos seguimos lo que Juan Rulfo escribió a propósito de Pedro Páramo, de Comala, de la Media Luna y de todos los personajes que constituyen un mundo imprescindible para las letras mexicanas y latinoamericanas; uno va a Comala con Juan Preciado para ver cómo le exige a su padre lo que es de él y de su madre muerta, lo que estuvo obligado a dar y nunca dio; queremos conocer cómo se cobra el olvido, cómo se cobra caro…

 

 

En Pedro Páramo, Juan Rulfo -innegable referente literario que hoy cumpliría 102 años de vida- escribió para el mundo una obra plagada de imágenes literarias limpias y precisas; su construcción narrativa es producto puro del trabajo creativo, urdido –al igual que sus historias- por retazos de vida, repensados y plasmados estéticamente.

Tanto Pedro Páramo como los cuentos reunidos en El llano en llamas conforman la escasa pero valiosa producción literaria de Rulfo, además de sus incursiones en los guiones cinematográficos que llevaron a la pantalla historias como la idea de “El despojo”, “Talpa” y El gallo de oro, entre otras.

 

Está también el Rulfo autor de las cartas a Clara, su esposa, producciones con la misma cadencia narrativa que su obra donde integra una serie de imágenes que configuran un escritor más humano, pero no por eso menos trabajado:

 

“Desde que te conozco, hay un eco en cada rama que repite tu nombre; en las ramas altas, lejanas; en las ramas que están junto a nosotros, se oye. Se oye como si despertáramos de un sueño en el alba. Se respira en las hojas, se mueve como se mueven las gotas del agua. Clara: corazón, rosa, amor…”

 

La faceta de fotógrafo de Juan Rulfo puede constituir la complementariedad de una obra: “El camino subía y bajaba”, dice en la novela: “Sube o baja según se va o se viene. Para el que va, sube; para él que viene, baja”, y así puede uno ver en sus imágenes una barda que serpentea y que sube o que baja, según se vaya o se venga. 

 

El trabajo de este escritor nacido en San Gabriel, Jalisco, ha convocado esfuerzos críticos de narradores, poetas y académicos, quienes han trabajado la trascendencia de su obra de Rulfo, sin embargo, independientemente de los ensayos que se han escrito de su obra, Rulfo es nuestro, del lector que se descubre o descubre un mundo etéreo, real, efímero y terrenal, de quien lee y relee la obra para encontrarse siempre con un texto distinto. 

En un congreso de traductores, alguna vez, un participante preguntó cuáles serían los elementos para llevar a cabo una traducción óptima de autores como Rulfo ¿cómo traducir algunas de las palabras que se integran en Pedro Páramo? dijo. Y es que aunque Rulfo declaró en entrevistas que él no podía escribir a partir de su la realidad, en México, no hay nada más real que una Eduviges o un Abundio, que un pueblo más caliente que el propio infierno y unas matas que ya casi se meten en las trasijaderas, un tiempo “de la canícula, cuando el aire de agosto sopla caliente, envenenado por el olor podrido de la saponarias”.