Gobernar improvisando: desvío de recursos

Decía un escritor estadounidense que "un buen gobierno es como una buena digestión; mientras funciona casi no la percibimos". Si hay algún argumento para que el gobierno se vuelva necesario en una sociedad es porque las pasiones e intereses de los individuos no siempre se ajustan a las buenas razones, la sensatez y la justicia, así que se hace necesario que quien administre, conduzca, planee y organice las acciones que resultan necesarias para el conjunto de la sociedad. Pero debe hacerlo de una manera casi imperceptible, no a contracorriente. Esta serie de principios, que resultan básicos para quien se encuentra
julio 6, 2017

Decía un escritor estadounidense que "un buen gobierno es como una buena digestión; mientras funciona casi no la percibimos". Si hay algún argumento para que el gobierno se vuelva necesario en una sociedad es porque las pasiones e intereses de los individuos no siempre se ajustan a las buenas razones, la sensatez y la justicia, así que se hace necesario que quien administre, conduzca, planee y organice las acciones que resultan necesarias para el conjunto de la sociedad. Pero debe hacerlo de una manera casi imperceptible, no a contracorriente.

Esta serie de principios, que resultan básicos para quien se encuentra al frente de una responsabilidad gubernamental, suelen olvidarse con mucha frecuencia por estos lares, y las consecuencias no son sólo medibles en términos de disminución o incremento de la popularidad de un gobernante, sino que cuestan dinero. Cada acción insensata, no planeada, producto de la improvisación, la ocurrencia o el lucro tiene como inevitable consecuencia que los recursos (humanos, financieros, materiales) se desperdicien.

El botón de muestra que hoy tenemos a la vista es la fallida obra de un retorno deprimido sobre Paseo Tollocan, a la altura del centro comercial Galerías Toluca, misma que finalmente se ha venido abajo, por decisión de la propia empresa propietaria de dicho centro. Esto no sólo deja al gobierno "colgado de la brocha", sino que nos deja a todos los ciudadanos con un palmo de narices por el conjunto de recursos públicos que se han distraído de acciones tan importantes como la seguridad, la educación, la contaminación y otras, por tener que dedicarlas a "analizar, consultar, revisar, adecuar o ajustar el proyecto".

Este jueves, a través de sus redes sociales, la empresa dijo que cancelaba el proyecto; pero no debe olvidarse que el Gobierno del estado insistió en que el proyecto no se cancelaba y pidió a la Universidad Autónoma del Estado de México que revisara el mismo. Para tal efecto se articuló un grupo multidisciplinario que -suponemos- se puso a hacer su tarea.  ¿Qué les vamos a decir a esos académicos que están encargados del estudio?, ¿que ya no hace falta y que regresen a lo suyo? ¿Y el tiempo, dinero y esfuerzo invertidos en eso?

También hay que sumar al desperdicio de recursos públicos toda la actividad logística de colocación y retiro de cercas, de medición topográfica, de marcado de ejemplares arbóreos a derribar, etcétera. ¿Y qué decir de todo el tiempo y atención que se tuvo que poner para aclarar, informar, declarar, boletinar con miras a convencer de la necesidad del proyecto? Un pequeño ejército de funcionarios públicos municipales y estatales tuvieron que dedicar tiempo, recursos e infraestructura para hacer todo eso.

Y lo tuvieron que hacer por segunda ocasión, porque se supone que toda esa estructura institucional ya se había puesto a trabajar en los respectivos planes de desarrollo (estatal y municipal), que es donde se supone quedan definidas las rutas de acción gubernamental. Pero, como ocurre que a los gobernantes "se les da mucho" eso de ir corrigiendo sobre la marcha, pues tenemos este tipo de casos en los que se desvían y desperdician muchos recursos públicos que bien podrían emplearse en algo necesario para el bien común.

Así, pues, la empresa Galerías Toluca ha dejado a Gobernador del Estado y al Alcalde de Toluca en una posición muy incómoda. Tendrán que reconocer lo que quedó al descubierto desde el principio: que la obra (y sus consecuencias) no obedecían a un bien común, de interés público, sino a intereses particulares comerciales. ¿O dirán que, por ser para el beneficio de toda la ciudadanía, la obra se hace aunque la empresa no quiera?

Lo otro que deberá reconocerse también es que la movilización social sigue siendo una herramienta útil para el control de las acciones gubernamentales, sobre todo aquellas marcadas por la improvisación y el lucro.

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