Liminalidad laboral de los jóvenes

Liminalidad laboral de los jóvenes
Muchos de quienes egresan de una licenciatura solo encuentran acomodo en la economía informal, en el autoempleo o en puestos muy precarios

Nuestra sociedad tiene un gran problema con el futuro de sus jóvenes. Y es que, aun cuando se nos ha hecho costumbre decir que nuestras esperanzas para el futuro se cifran precisamente en la gente joven y preparada, la verdad es que 86% de los desempleados en México son gente con estudios que van más allá del nivel medio superior. Esta cifra, revelada por el INEGI hace poco tiempo, a través de su Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, es muy importante.

Lo que este dato nos muestra es que acudir a la escuela no se traduce en mejores expectativas de vida. Esto se ha vuelto una tendencia a nivel global y merece ser revisada permanentemente. Debemos pensar, primero, que desde mediados del siglo pasado y hasta la fecha, las oportunidades de estudio se ampliaron en casi todas partes. El acceso a estudios se masificó. Pudieron ir al bachillerato y a la universidad millones y millones de personas. Esto es, en sí mismo, un fenómeno que puede valorarse como positivo. 

Capitalismo neoliberal globalizado

Ahora, casi al mismo tiempo, el mundo viró su modelo económico hacia un capitalismo neoliberal globalizado y renunció por completo a la búsqueda de pleno empleo. Lo que se hizo fue dejar a todos a la libre competencia y la política educativa se consolidó con una perspectiva de empleabilidad. El diseño de planes de estudio se orientó hacia la capacitación para el trabajo: es mejor escuela aquella cuyos egresados consiguen trabajo pronto y bien pagado. Este hecho ya no puede ser evaluado positivamente en automático. ¿Por qué? Sencillamente porque deja de ver a la educación como un fin y la reduce a la calidad de medio.

La educación escolar había sido pensada durante mucho tiempo como la ruta para ser mejores personas, para cultivar el espíritu. Luego, poco a poco se le pensó como la ruta para “ser alguien” en la vida. Y ahora para miles y miles de jóvenes es una especie de fraude, porque se le “vende” como la ruta al empleo y resulta que no termina en eso.

Esta tendencia global se acentuó a raíz de la pandemia de Covid-19. En el caso de México, ya hace cinco años el INEGI reportaba que del total de personas sin empleo casi la mitad tenían estudios al menos de bachillerato. Al cierre de 2022 esa cifra superó el 85%, así que no estamos en la ruta de ofrecer a los jóvenes con estudios un lugar en la sociedad que les haga sentir bien, realizados y con horizonte. 

Otros empleos «mientras se encuentra trabajo»

Muchos de quienes egresan de la preparatoria o de una licenciatura sólo encuentran acomodo en la economía informal, en el autoempleo a través de plataformas digitales, en puestos muy precarios o se hayan en el franco desempleo. Los call center, los expendios de comida rápida o la uberización están mucho más cerca de esos jóvenes con estudios.

Por varios lustros se ha manejado el término de “nini” para referir al fenómeno creciente de generaciones jóvenes sin acceso a la escuela y sin acomodo en el mercado laboral. A ese fenómeno también creo que debe agregarse hoy el de la liminalidad laboral, porque nos permite nombrar esa especie de limbo en el que se ubican personas que apostaron por los estudios y se imaginaron a sí mismos desempeñando una labor en la que no encuentran acomodo. Una chica con estudios superiores en pedagogía no encuentra trabajo en una escuela y, entonces, se emplea en un call center. Está ahí “mientras encuentra trabajo”; un chico con estudios en psicología conduce su auto ofreciendo servicios en la plataforma Uber “mientras encuentra trabajo”; otro más, egresado de la licenciatura en derecho se incluye en el programa “Jóvenes construyendo el futuro” esperando colocarse en un trabajo.

Estar en un lugar “mientras”, remite a una situación liminal. Se trata de un espacio de indefinición. Está ahí sin quererlo, permanece porque recibe algún ingreso, pero siempre tienen en mente que no se va a quedar ahí por mucho. En su imaginario estará (quizá cada vez con menos fuerza) el encontrar una plaza para ejercer su profesión. Esa es una condición de liminalidad laboral, plagada de incertidumbre, y es en la que tenemos hoy a millones de jóvenes.

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La incertidumbre como norma

En efecto, la incertidumbre es la característica común en estos casos. No hay certeza alguna de conseguir un empleo donde ejerzan su profesión, sean arquitectos, contadores o licenciados en turismo. Están a “la espera de”, por ello puede decirse que su situación es liminal. Cambian con frecuencia de trabajo, exploran posibilidades haciendo videos en TikTok o abriendo perfiles en Onlyfans. Es absolutamente incierto lo qué estarán haciendo en cinco o diez años. Con estudios, con mayor edad, pero poca experiencia en su área de formación, su situación se complica.

En verdad tenemos como sociedad un gran problema con estos jóvenes. Nuestras anteriores generaciones pensaron en que todos debían tener derecho a la educación a niveles superiores. Las aulas universitarias se abrieron a mucha más personas, se volvió masiva la oferta de estudios de licenciatura y posgrado. Sin embargo, no hemos generado las condiciones para que ellos encuentren un lugar en la sociedad, para que contribuyan a ella desde el espacio en el que decidieron formarse.

Tener este volumen de población (creciente) en una situación de liminal laboral no es conveniente para nadie.