La Quinta Columna

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La muestra de inconformidad y división, derivada de las determinaciones, tampoco es un fenómeno exclusivo del PRI; también en Morena se presentó

Lo que mal empieza mal acaba

Pareciera que la otrora maquinaria electoral que siempre lucía aceitada y funcionando parejo, del partido que siempre ha gobernado en la entidad, cascabelea.

Si bien no es para alarmarse del todo, en razón del tiempo que falta para el inicio formal del proceso electoral, lo cierto es que falla en el momento menos oportuno por la contienda que se anticipa, complicada y cerrada.

El refranero popular es una fuente de sabiduría popular; sin embargo, en política, frecuentemente resulta lapidario. Lo ideal para los partidos políticos es que las decisiones de su élite se vean refrendadas por su militancia como un bálsamo de legitimidad.

No se trata de tener unanimidad en todas las decisiones, pero sí las menores muestras de inconformidad; eso se logra cuando se percibe piso parejo, al menos en lo básico.

También es cierto que la diferencia de opinión nutre y da vida, pero siempre con un afán constructivo acompañado de ejercicios de argumentación. En el Estado de México, la limitada cultura política -derivada de la hegemonía de unos solos colores- tenía habituada a la población a que pasara lo que pasara ya se sabía quién iba a ganar.

La muestra de inconformidad y división, derivada de las determinaciones, tampoco es un fenómeno exclusivo del PRI; también en Morena se presentó. Sin embargo, en el último caso ya parece algo superado; mientras que en el tricolor es algo aún incierto.

Además, la alianza PAN-PRI-PRD es todavía -a estas alturas- algo incierto y condicionado al sentido de la eventual votación de la reforma electoral a nivel nacional.

Cada vez falta menos para el inicio del proceso electoral en el Estado de México y todo apunta a que hay una clara determinación a nivel federal para evitar que se llegue al centenario de la hegemonía tricolor; o se ponen las pilas o se despiden, así de sencillo.